domingo, 9 de junio de 2013

DANIEL SAMPER OSPINA: DIARIO A BORDO DE UNA MAGISTRADA



Si la justicia es para los de ruana, los cruceros son para los de toga.
Domingo
Hoy atracó el crucero en Cartagena. Lo atracó un señor a quien no conozco, y eso que trabajo en la rama judicial. En un comienzo pensé que era el magistrado José Alfredo Escobar; pero como no tenía botines, ni hizo encarcelar a carpintero alguno, lo descarté. No veo la hora de

embarcar. La verdad es que el país está insoportable. ¿Quién no va a querer irse si, para empezar, acá no hay quien imparta justicia? En el mar, la vida es más sabrosa. Tengo mariposas en el estómago por la emoción.
Lunes
Al fin abordamos. Lo de las mariposas en el estómago resultó ser una intoxicación por un coctel de langostinos y tuve que sentarme como Santos en la casa de Valledupar. Acudí a ese recurso deposición, pero ya es caso archivado. Mi cabina es en primera clase porque en eso soy muy ‘angelinista’ y creo que la presidenta de la Corte Suprema no puede andar como una zarrapastrosa. Tan pronto como llegué me enfundé el bikini –sí, bikini, de dos piezas, porque nunca he sido mujer de una sola pieza– y me encontré con el resto de magistradas. Pedimos nuestros primeros daiquirís. Conocimos a unos ecuatorianos divinos. Uno era juez en Sucumbíos. Me quedé profunda en la silla asoleadora, delicioso, pero no me eché bloqueador y terminé más ardida que Uribe con Santos. Ojalá no me queden manchas, porque nada más feo que una magistrada con manchas. Mañana estudiaré los expedientes.



Caricatura: El Tiempo
Adaptación texto: Liliana Ibarra Galavis

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