Si la justicia es para los de ruana, los cruceros son para
los de toga.
Domingo
Hoy atracó el crucero en Cartagena. Lo atracó un señor a
quien no conozco, y eso que trabajo en la rama judicial. En un comienzo pensé
que era el magistrado José Alfredo Escobar; pero como no tenía botines, ni hizo
encarcelar a carpintero alguno, lo descarté. No veo la hora de
embarcar. La verdad es que el país está insoportable. ¿Quién
no va a querer irse si, para empezar, acá no hay quien imparta justicia? En el
mar, la vida es más sabrosa. Tengo mariposas en el estómago por la emoción.
Lunes
Al fin abordamos. Lo de las mariposas en el estómago resultó
ser una intoxicación por un coctel de langostinos y tuve que sentarme como
Santos en la casa de Valledupar. Acudí a ese recurso deposición, pero ya es
caso archivado. Mi cabina es en primera clase porque en eso soy muy
‘angelinista’ y creo que la presidenta de la Corte Suprema no puede andar como
una zarrapastrosa. Tan pronto como llegué me enfundé el bikini –sí, bikini, de
dos piezas, porque nunca he sido mujer de una sola pieza– y me encontré con el
resto de magistradas. Pedimos nuestros primeros daiquirís. Conocimos a unos
ecuatorianos divinos. Uno era juez en Sucumbíos. Me quedé profunda en la silla
asoleadora, delicioso, pero no me eché bloqueador y terminé más ardida que
Uribe con Santos. Ojalá no me queden manchas, porque nada más feo que una
magistrada con manchas. Mañana estudiaré los expedientes.
Caricatura: El Tiempo
Adaptación texto: Liliana Ibarra Galavis
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