miércoles, 4 de septiembre de 2013

LA CORRALEJA SANTISTA





Alberto Herrera Ocampo M.D

Las corridas taurinas de cartel son una cosa seria, donde unos varones bragados y artistas exponen su pellejo ante unas fieras astadas, cuya sola presencia atemoriza no solo a lo diestros sino al respetable público.En estos últimos tres años la corrida gubernamental ha sido todo un desastre, gracias al lidiador Santos, un torero fullero, tartajoso y elitista que no sólo no aprendió las faenas seguras de su apoderado URIBE, sino que en el primer tercio tiró por el burladero al príncipe paisa y cambió su estrategia, basada en su temperamento desleal y ladino. Y además su cuadrilla de subalternos tampoco ha sido la maravilla en el tercio de quites y en los garapullos de adorno.
La estrategia del torerillo bogotano ha sido la de repartir mermelada a unos enemigos bien armados y toda su ilusión se funda en prolongar su contrato con la plaza colombiana por otros cuatro años. Y de postre recibir el premio Nobel de manos de la ingenua monarquía sueca, por sus contradictorias faenas.
Por la puerta de los sustos han salido últimamente unos bureles montañeros, unos paperos ruanetas, unos mineros artesanales, unos camioneros desesperados y unos cafeteros abantos, que han vuelto el albero patas arriba y tienen en jaque al torero de marras, que sólo atina a las espantadas, a decir sandeces por los micrófonos y causar el desconcierto en un pueblo que cada día le inventa una bronca diferente y altisonante.
En algunas plazas, los toros de la oposición, están siendo aupados descaradamente por la tribu fariana, mientras el ingenuo lidiador tiene en La Habana veinte subversivos y otros tantos negociadores dizque pactando una paz con impunidad. Y estos farianos hacen mofa y provecho del apetito burocrático de Santos, no entregan los hierros y siguen asaltando aldeas y asesinando soldados desprevenidos. Entretanto el torero despistado recibe del respetable la rechifla general y la caída en las manidasencuestas, casi todas pagadas por el pobre José Dolores.
No se sabe hasta cuando el pueblo y sobre todo el campesino desamparado aguante la ignominia de una bolsa exhausta y la risa burlona del torerillo funambulesco que con su populismo desaforado ya tiene ilíquidas las arcas oficiales. Y que para asegurar un nuevo cuatrienio ahora intenta vender a ISAGEN, la empresa más rentable del Estado.
En su tumba deben estar revolcándose los osteocitos del tío EDUARDO SANTOS, ese sí un líder decente y con fé y dignidad, por la tarea bufa y desangelada de su pariente. Y en las mismas debe estar, halándose la melena, su primo HERNANDO SANTOS, un aficionado de solera de la Santamaría, al ver la faena grotesca y embarullada del sute familiar.
Este cronista cree que la suspensión de la Plaza de Toros de Bogotá fue suspendida para evitar los desangelados lances del torerillo de marras que nos está haciendo quedar en ridículo en el arte de Cúchares.
El futuro es sombrío para el pueblo y la fiesta brava ahora es un hazmerreír por la caricatura del mandatario que tenemos y que el próximo l4 de agosto, ardido por todos los soles, debe salir de la plaza con el rabo entre las piernas, por la puerta de atrás y entre el desprecio y la indignación de sus conciudadanos. Au!
Post scriptum: Muchas gracias al samurái moro de Quinchía, Omar Herlindo Romero, marqués de Chorroseco y vizconde de Irra, por el préstamo de uso del libro “Mi primera infancia”, del escritor ruso MÁXIMO GORKI. El libro es tan bueno que dudo en devolverlo a su dueño, el único negro de sangre azul que conozco. Vale!

Artículo publicado por el médico y excongresista conservador Alberto Herrera Ocampo, en El Diario del Otún - sept. 2-2013.

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