Resolver el dilema para asegurar el derecho a la intimidad y, al tiempo, garantizar transparencia debería elevar las capacidades de las autoridades para identificar el perverso anonimato en las redes.
Desde hace meses, asistimos a los estragos políticos que han generado las revelaciones de Edward Snowden y que comenzaron hace ya años con las publicaciones de Julian Assange y los llamados wikileaks. Sin embargo, más allá del escándalo, lo que resulta evidente es que estamos en mora de abordar el debate de fondo que se ha originado entre el derecho a la intimidad y el valor de la transparencia.

Lo que muestra el comportamiento de cientos de miles de ciudadanos que se comunican a través de las redes sociales es que existe una rebeldía frente a cualquier pensamiento o conducta que no esté expuesta públicamente como una muestra de transparencia.
http://www.prensaescrita.com/adiario.php?codigo=AME&pagina=http://www.eltiempo.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario