Por este tiempo, cuando comienza el mes de la alegría, recordamos que hace ya 18 años fue la partida final de Emiliano Isaza Henao, un valiente y destacado personaje quien por más de dos décadas se mantuvo vigente en el gobierno y la política en Risaralda y supo imprimirle a sus actuaciones el decoro y la dignidad que acompañaban a su imponente figura física, a tal punto que lo catalogaron como el caballero de la política y el más genuino representante del talante en la promoción de las ideologías.
Fue un inventor de la grandeza, un innovador, un visionario al interior de su partido y así, como figura emblemática de un equipo humano de valientes hombres y mujeres, trazó el camino para un nuevo movimiento al que impregnaron de arrollador espectro político y con los brazos abiertos, vistieron con el nombre de Unificación Conservadora para congregar a quienes quisieran estar allí, disfrutando de los nuevos vientos refrescantes de la ideología.
Sus buenas maneras, su finura de estilo en el accionar político lo llevaron a ocupar posiciones de elección popular como Diputado, cuando esto era un solo Departamento, Concejal de Pereira, Senador de la República y allí fue Vicepresidente del Congreso. Desempeñó importantes cargos de nombramiento como Gobernador de Risaralda, Embajador en Paraguay y Chile.
Perteneció igualmente a Juntas de varias instituciones, entre estas el Amparo San Marcos que quiso entrañablemente y sirvió con especial cariño por sus objetivos de atención a los niños desamparados, hijos de padres de limitados recursos o en estado de indigencia, condición esta que debía quedar comprobada para acceder a la atención integral en vivienda, alimentación, educación y vestuario, por lo cual fue un ser humano de gran sensibilidad social.Su maravilloso entorno familiar ocupó sitial de preferencia entre sus afectos y hecho todo un hombre de bien, formó un bonito hogar con doña Gloria Elena Vallejo, donde campeaban las mejores virtudes, con sus hijos Luz María, Piedad, Clarita, Cristina, Carlos Arturo y Emilianito, cuyo trágico fallecimiento en accidente automovilístico a temprana edad, llenó de tristeza e infinito pesar a Emiliano y a toda su familia.
Es esta la familia que hoy y siempre recuerda con los mejores sentimientos a ese maravilloso ser, al hombre serio, recio y fuerte quien en el interior familiar se despojaba de esos calificativos para entregarse de lleno en las delicias del amor por las personas que más quería y de quienes solo recibió más amor, mucha comprensión y demasiada ternura.
La grandeza de los hombres públicos siempre se ha medido por sus actuaciones y creo que la de Emiliano estuvo en todo momento a la par con estas.
18 años después, sus ideas de avanzada permanecen vigentes, al menos en nuestros corazones y recordamos, con especial afecto, al adalid de las cálidas maneras y del talante conservador, en el difícil arte de hacer la buena política.
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